viernes, octubre 20, 2006

Sobre nicks y discriminaciones

Antes consigné en un post (que ya borré por inexacto) una posible discriminacion al querer consignar el nick de La lesbiana argentina en el Diario 20 minutos.
Proré come sugirió Brocco y sí pude consignarlo sin el "la", de todas formas poner que el nick puede ser malsonante o difamatorio, en este caso cayó bastante mal, más allá que la razón haya sido que excedía los 18 caracteres.
Gracias Brocco! y disculpas por la calentura anterior.

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1 comentario:

Naxos dijo...

Hola Gabby:

Con razón no pude comentar ese post, ya que apareció en mi lector de feeds pero no pude acceder para comentarlo, ya que lo habías borrado. Pues quería decirte que a mi me mandaron también la invitación y al parecer sólo quieren cerciorarse de que mantendrás o no tu nick con los nuevos parámetros. También se me hizo raro ya que como Brocco conté más de 18 caracteres. Pero viendo este nuevo post, quiero aprovechar para extender algunas cosas que me están pasando por la cabeza. Porfa permíteme hacer una ligera crítica reflexiva, porque no sólo ví calentura en tu reacción sino también una actitud defensiva que deja ver muchas cosas.

Bueno, me parece que actitudes así saltan cuando uno está autoimponiéndose una identidad que no sólo aleja la singularidad de uno, sino que atravieza dicha singularidad y la colectiviza. Si bien para tener cierta identidad se precisan referentes para que la sociedad devuelva a uno eso que uno cree proyectar ser (y que lo haga con un sello de "reconocido" o de "tienes derecho a serlo"), ello no se logra tomando posturas radicales ni haciendo reclamos en pro del reconocimiento. Uno no es reconocido por lo que es sino por lo que hace, sin embargo por ello mismo, muchas veces cuando uno toma partido para ser reconocido por lo que uno cree que es, sólo logra que la sociedad se contraponga a ese reconocimiento y se lo niegue. Las acciones tienen que hablar por sí solas para ser reconocidas, pero cuando uno exige activamente ese reconocimiento normalmente nunca es atribuido y la sociedad no sólo le vuelve la espalda sino que además le retira a uno los atributos que lo hacen en ese sentido un ser reconocible socialmente.

Una vez que empieza ese estira y afloja, se abre un circuito de donde entre más uno pida reconocimiento más será desconocido, y entre más sea desconocido más querrá uno luchar por el reconocimiento. Esta retroalimentación negativa pasa a muchos niveles, y al final termina por transformar lo que uno es o solía ser, para devenir otra cosa. El probelma es que uno está tan metido en la lucha por el reconocimiento que no se percata de esa transformación y por tanto se enquista en una idea fantasmal de lo que aún cree ser. La lucha implica en ese sentido una transformación donde uno deja de ser lo que cree que es -y que es por lo que lucha- para devenir otra cosa, es decir, devenir "un alguien que lucha". Es por la acción de esa lucha que uno ya no será definido por lo que cree que es y por lo que lucha, sino propiamente por su afán de lucha.

Si hablo en términos de "uno" es porque cada uno somos una singularidad a pesar de todos esos niveles. La cosa es que no veamos moros con tranchetes respecto a lo que creemos proyectar de nosotros mismos. Y sinceramente eso creo que fue lo que pasó en ese arranque o lapsus tuyo. Acaso fue una suerte de contraproyección interiorizada del deseo que tienes de llevar a buenos términos tu lucha o tu toma de postura identitaria. En fin, estos asuntos son delicados y trato sólo de exponer un punto de vista distinto respecto a ellos, apropósito de ese lapsus tuyo. El comentario es en función de compartirte aquello que pude ver de ese lapsus, de la reacción que imprimiste en tu post anterior, y también incluso del hecho de haberlo borrado....

Para fnalizar este comentario quiero compartir el caso de una compañera judia de la universidad que era muy pelirroja y eso la hacía muy bella. Ella sentía que no podía encajar ni en la clase, ni entre los demás universitarios, y eso se lo atribuia a su judaismo. Cuando alguien la espetaba o gastaba una broma, a las primeras de cambio esgrimía argumentos contra la discriminación racial o religiosa. Los resentimientos que traía sobre su origen judaico no le dejaban ver que más bien era por su pelirrojés que ella resultaba singular ante los demás: su pelo era de un rojo luminioso muy brillante. Sin embargo esa singularidad de ella era un punto ciego para ella misma, el cual lejos de diferenciarla la indiferenciaba en una identidad colectiva que la atravezaba y cuya historia la desgarraba. A mi me parecía que ver cómo ella perdia toda su belleza al negar su singularidad y sólo poder ver masas y colectivos...

saludos